domingo, 30 de junio de 2019

Fin de curso

Despedimos el curso deseándoos a todos  buen verano e interesantes, conmovedoras, inteligentes y entretenidas lecturas, y dando las gracias a todos los que nos han acompañado y leído a lo largo de este curso que acaba. Y lo hacemos con poesía, con este poema de Gabriel Celaya que nos trae el sabor a vacaciones, a tarea terminada, a disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas y a vivir el ritmo lento de esta estación calurosa. 
¡Volvemos en septiembre!

...Cuando puedo decir: el día ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
sencillamente limpio y, pese a todo, indemne,
¿no es la felicidad lo que me envuelve?

Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
"Estaba justamente pensando en ir a verte."
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
sino de cómo van las cosas en Jordania,
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
¿no es la felicidad lo que me vence?

Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
¿no es la felicidad que no se vende?




fragmento de MOMENTOS FELICES de Gabriel Celaya

(De "De claro en claro", 1956)

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